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Densitometría ósea

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La osteoporosis es un importante problema de salud pública en el mundo, con gran trascendencia clínica y socioeconómica, que adquiere relevancia por la demostrada relación entre densidad mineral ósea (DMO) y riesgo de fractura.

Actualmente existen varios métodos para la medición de la DMO central o periférica, como el ultrasonido, tomografía computada y absorciometría de energía dual de rayo x (DXA).

Según los criterios de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la única técnica aceptada y reconocida es la DXA, en que se utiliza radiación ionizante en bajas dosis, generando dos haces de rayos x, absorbidos por las partes blandas y el hueso respectivamente. Con esa información se calcula la DMO del hueso explorado en columna lumbar y cadera.

Una vez obtenida la DMO de un determinado paciente, ésta debe ser considerada en función de los valores de su población control, bien respecto al pico de masa ósea de la población joven sana (t-score), bien respecto a su grupo de edad y sexo (z-score).

En ambos casos se transforma el valor de la DMO en desviaciones estándar (DE) respecto al valor medio poblacional. Este estudio permite así valorar el riesgo relativo de presentar fractura antes de que se produzcan e iniciar medidas preventivas, confirmar el diagnóstico de fragilidad ósea ante la presencia de fractura o bien monitorizar respuesta a tratamientos de osteoporosis.

Factores de riesgo mayores

  • Edad> 65 años
  • Fractura por compresión vertebral
  • Fractura por fragilidad después de los 40
  • Antecedentes familiares de fractura osteoporótica (especialmente fractura de cadera de la madre)
  • Terapia sistémica de glucocorticoides de > 3 meses de duración
  • Síndrome de malabsorción
  • Hiperparatiroidismo primario
  • Propensión a caer
  • Osteopenia aparente en radiografía simple
  • Hipogonadismo
  • Menopausia precoz (antes de los 45)

Causas de error

La causa de error más frecuente, o más apropiadamente causa de divergencia de los resultados, se produce al medir las regiones de forma distinta o por colocar al paciente de forma incorrecta. Al colocar al enfermo y al seleccionar la región a medir (ROI), hay que ser muy preciso y siempre hacerlo bajo un elaborado protocolo.

La medición de densitometría ósea es una técnica actualmente bien establecida en la práctica clínica y es generalmente aceptado que la técnica DXA es el estándar de oro para la medición de la DMO.

Este estudio tiene gran importancia pues nos permite valorar el riesgo relativo de presentar fractura antes de que se produzca e iniciar medidas preventivas, confirmar el diagnóstico de fragilidad ósea ante la presencia de fractura o bien monitorizar respuesta a tratamientos de osteoporosis.

UNIVERSIDAD, CIENCIA y TECNOLOGÍA Vol. 23, Nº 95 Diciembre 2019 (pp. 45-51)
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El rol de la mamografía en el diagnóstico del cáncer de mama

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La historia de la mamografía bien puede dividirse en tres periodos. El primero empieza en 1913, con los trabajos de Albert Solomon, quién realizó estudios radiográficos con piezas quirúrgicas, trabajo a partir del cual se sentaron las bases de la mamografía moderna, hasta convertirse en la actualidad, en el mejor método de detección del cáncer de mama.6 El primer periodo se extiende hasta 1940. El segundo periodo se extiende desde 1940 hasta 1970, durante este tiempo, se perfeccionan las técnicas radiográficas y se proponen diversas recomendaciones con la finalidad de mejorar la imagen radiológica; el uruguayo Raúl Leborgne propone comprimir la mama para mejorar la calidad de las imágenes obtenidas.7,8 También, surge el nombre de Charlie Gross quién implementa novedades tecnológicas llegando a desarrollar el “sonógrafo CGR” junto a la empres francesa Compagnie Generale de Radiographie.
Luego de 1970, la mamografía se convierte en la técnica más apropiada para el despistaje del cáncer de mama; y en 1999, la mamografía digital es aprobada por la FDA.

Recomendaciones para el uso de la mamografía

En la actualidad, la recomendación de entidades como la American Cancer Society, la National Comprehensive Cancer Network, el National Cancer Institute de los estados Unidos, entre otros, para realizar programas de detección temprana del cáncer de mama, es realizar mamografía cada año a partir de los 40 años. Sin embargo, existen reportes que describen resultados semejantes cuando se realizan controles mamográficos anuales comparados con controles cada 2 años o cada 3 años, sin encontrase mayores diferencias en la incidencia o mortalidad del cáncer de mama. La United States Preventive Services Task Force recomienda mamografías cada dos años para las mujeres desde los 50 hasta los 74 años.

A pesar de lo sugerido en los reportes antes descritos, si las mamografías se realizan cada 2 ó 3 años, se corre una probabilidad incrementada de detectar cánceres en estadios más avanzados y, aunque quizá no existan diferencias en la incidencia, así como en la mortalidad del cáncer de mama (tal vez por mejoras en el tratamiento adyuvante), podrían existir diferencias en el número de tumorectomías vs. mastectomías, o en algunas características de la enfermedad.
En el Perú, la Coalición Multisectorial “Perú contra el Cáncer” y el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas, en la norma técnico oncológica para la prevención, detección y diagnóstico temprano del cáncer de mama a nivel nacional, publicada en el año 2008, recomiendan una mamografía bilateral anual a partir de los 40 años, describiendo que la ecografía de la mama es un examen complementario y que no reemplaza a la mamografía.

Reconocida las ventajas de la mamografía en la detección temprana, las mujeres de bajo riesgo deberían iniciar su despistaje a partir de los 30 años con una mamografía de base. De ser normal, seguiría con controles cada 3 años hasta los 40 y luego cada año. Si fuera anormal o dudosa, se debe complementar el estudio con ecografía, y de ser necesario, con una resonancia magnética. Las mujeres con alto riesgo deberían iniciar su despistaje a los 30 años con una mamografía basal y complementarla con una ecografía cada año.
En las pacientes de riesgo, como aquellas que tienen familiares con cáncer de mama, las que toman hormonas de reemplazo, o a las que por alguna otra razón, presenten un riesgo incrementado, se debería indicar un estudio  mamográfico de inicio a los 30 ó 35 años, y hacerles mamografías bianuales hasta los 40 años, y luego, una vez por año.

Contraindicaciones

No existen contraindicaciones para realizar una mamografía. Podrían existir inconvenientes temporales para realizar la compresión de las mamas como infecciones en la piel, heridas por cirugía reciente o un cuadro agudo de mastitis; sin embargo, resuelto el cuadro agudo, se puede realizar el examen.
El examen mamográfico requiere cierta compresión de la mama para disociar los tejidos; con la compresión se separan las estructuras más pequeñas de la glándula para que no se superpongan unas a otras y poder hacer un estudio más detallado. La compresión de la mama es necesaria y puede producir cierto dolor en algunas pacientes.
La compresión de la mama debe realizarse hasta que la paciente lo tolere. El dolor, definitivamente, no debe ser un impedimento para no realizar el examen.
La presencia de prótesis mamaria no es un inconveniente para realizar el examen y tampoco para hacer una adecuada interpretación diagnóstica porque ellas se colocan detrás de la glándula o del músculo pectoral y no se superponen al tejido
mamario, de esa forma no interfieren con el estudio. Al no ser comprimidas las prótesis no hay riesgo de que se rompan durante el examen.

Conclusiones

La mamografía es una técnica segura, de alta sensibilidad y buena especificidad para la detección temprana de tumores de mama. Actualmente hay mucha información disponible y diferentes niveles de evidencia clínica que sustentan las recomendaciones para el empleo de la mamografía en programas de despistaje masivo, mientras se espera que se mejoren o surjan nuevas técnicas que incrementen aún más la sensibilidad y especificidad de este método radiográfico que salva la vida anualmente a miles de mujeres alrededor del mundo.

Autor: Jorge Guerrero
Oncosalud
Av. Guardia Civil 571, San Borja.
Lima 41 – Perú
Email: Jorge.Guerrero@oncosalud.com.pe
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Papanicolaou como medida preventiva del Cáncer Cérvico-Uterino

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En la actualidad la prueba del papanicolaou conocida como Pap-test, cribado o citología vaginal es el examen utilizado por el ministerio de salud pública (MSP) para el diagnóstico precoz de cáncer cérvico-uterino, a pesar de la importancia que posee este examen, existen varios factores que limita la práctica en las mujeres.

En el Ecuador de acuerdo con el registro nacional de tumores SOLCA Quito en el año 2017, el cáncer de cuello uterino es el segundo más frecuente en mujeres después del cáncer de mama, cada año se diagnostica 1.600 casos nuevos de cáncer de cuello uterino en el país, de los cuales 650 pacientes murieron en el 2014, la edad media al momento del diagnóstico fue de 54 años.

¿Qué es el Papanicolaou?

Las tomas ginecológicas se realizan de la pared vaginal (ectocérvix o del endocérvix). Los periodos funcionales de la mujer transforman las células del epitelio (pubertad, edad fértil), así como los estados que una mujer puede atravesar (embarazo y puerperio). Los ciclos ovulatorios generan tres tipos de frotis derivados del cambio hormonal: fase débilmente estrogénica y
luteína.
El crecimiento, la maduración y descamación del epitelio depende de la presencia del estrógeno y progesterona, esto sucede en la edad reproductiva. Éste se renueva totalmente en 4 a 5 días y si se le agregan estrógenos en sólo 3 días. Al detenerse el flujo de estrógenos, la maduración no se produce. Esto sucede después de la menopausia, donde la atrofia del epitelio es observada
a simple inspección, siendo este pálido, con manchas petequiales, existiendo mayor susceptibilidad a infecciones.
La prueba de Papanicolaou está enfocada a la población Diana que son mujeres que han iniciado su vida sexual y su edad comprende entre 25 a 65 años, debido a que el cribado en esta base poblacional ofrece una calidad de evidencia alta.
En el Ecuador la prueba de tamizaje para determinar el cáncer cérvico se realiza en los rangos de edad de 30 a 64 años. Sin embargo, los grupos de riesgo pueden realizar el tamizaje en forma temprana. Esta prueba se realiza cada 3 años en diagnósticos que no existan alteraciones o cambios inflamatorios. La cobertura de tamizaje en prevención de cáncer cérvico a
nivel del país es del 20%, con la aplicación del protocolo de Detección Oportuna de Cáncer Cérvico Uterino y Mama, pretende ampliar la cobertura de al menos al 70% de la población objetivo.

UNIVERSIDAD, CIENCIA y TECNOLOGÍA Vol. 23, Nº 95 Diciembre 2019 (pp. 45-51)